Hay veces en que nos damos cuenta de que se ha roto el equilibrio en que vivíamos, que nos ocurren cosas que no entendemos. No nos referimos a ellas: los conflictos en el trabajo, los roces en la familia, las preocupaciones por nuestro futuro o el de nuestros hijos… son “infortunios cotidianos” que podemos afrontar con la ayuda de un buen amigo, un viaje que nos despeje o incluso con una caminata reparadora. Hablamos de otra cosa, hablamos de sentimientos que nos desbordan y a los que no somos capaces de hacer frente. Pensamos por ejemplo en algunos climas insoportables que se viven reiteradamente con la pareja o los hijos o en ataques de pánico que surgen de buenas a primeras o de estar atascado en una relación que nos atrae y a la vez nos hace sufrir y tantas otras experiencias que se nos escapan de las manos y limitan nuestra vida, generan sufrimiento y se repiten una y otra vez sin que sepamos qué hacer.
No es fácil reconocer y aceptar que no podemos asumirlas solos. Decidirse a buscar ayuda es una muestra de fortaleza y a veces un camino en el que hay que dejar de lado los “Sé perfectamente lo que me pasa” “El tiempo lo cura todo” o “Yo no voy a contar mis problemas a un desconocido”
El tiempo no lo soluciona todo, algunas veces lo complica aún más. El malestar emocional no tiene por qué ser un camino sin salida. Años atrás se apelaba a la resignación, hoy sabemos que la psicoterapia es una vía para encarar aquellas vivencias que nos desconciertan y nos hacen sufrir.
La psicoterapia es un lugar y un momento para hablar tranquilamente sobre lo que le preocupa, es la escucha atenta de un interlocutor experimentado y la posibilidad de comprender los cómos y los por qués de lo que está viviendo. Estos son algunos de los medios a partir de los cuales se abre la posibilidad de desarrollar sus propios recursos para resolver aquello que lo está haciendo sufrir.
Barbara Jochamowitz
Psicoterapeuta