TERAPIA PARA ADULTOS EN TORRELODONES

Terapia para adultos en Torrelodones 

A lo largo de tu vida has pasado por situaciones difíciles. Tal vez ahora mismo estás angustiado, triste o confundido y es por ello que estás aquí, buscando una salida.

Son sensaciones o ideas que te capturan, entras en bucle  y sólo piensas en eso “rumiando” tu malestar.

No se trata de eliminarlas a toda costa  porque son señales -como el humo cuando hay fuego- señales de que hay cosas en tu vida que desconoces  y que te manejan.

¿Por qué iniciar una terapia?

Son muchos los motivos por los cuales pensamos en recurrir a una terapia pero todos pueden resumirse en : “Lo estoy pasando mal, he probado solucionarlo acudiendo al consejo de familiares o amigos,  pero nada. Esto se me va de las manos.”

Sabemos que es difícil tomar la decisión de consultar pero quizás te ayude  pensar que la mayoría de conflictos emocionales no se diluyen ni desaparecen sin más. Son como las bolas de nieve que al rodar se van haciendo más y más grandes.

Si dudas acerca de la necesidad o no de iniciar una terapia, es preferible compartir tus dudas con el o la terapeuta y ese diálogo te servirá  para tomar una decisión.

¿Qué situaciones se abordan en la terapia?

Estas son algunas de las situaciones en las que la terapia puede ayudarte:

• Si te sientes habitualmente triste o sin ganas de nada.
• Si tienes ideas o conductas fijas que no puedes evitar.
• Si experimentas temores, en apariencia absurdos,  que te limitan la vida.
• Si te invade una angustia que surge de buenas a primeras.
• Si discutes continuamente con tu pareja.
• Si sientes inseguridad o temores frente a las personas de tu entorno.
• Si te resulta muy difícil tomar decisiones.
• Si no sabes qué hacer en una relación que te hace sufrir.
• Si has sido madre o padre hace poco y estás desbordada/o.
• Si te juzgas y criticas constantemente.
• Si te angustia pensar en tu salud y vives con temor a enfermar.
• Si tienes accesos de rabia sin motivo aparente.
• Si no puedes superar una ruptura amorosa.
• Si tienes conductas impulsivas (en la comida, en las compras, el juego, etc.) que  te causan problemas.
• Si no consigues serenarte ante la pérdida de un ser querido.
• Si tu relación de pareja es fría y distante.
• Si tu trabajo es fuente de malestar y crees que no hay salida

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