Las vacaciones van llegando a su fin y los medios de comunicación comienzan a hablar, – como todos los años- sobre el “Estrés post vacacional”. Para muchos, pensar en regresar al trabajo es una contrariedad pero para otros es una autentica pesadilla.
¿Cómo es posible que el lugar y la actividad en que pasamos la mayor parte del día sea una pesadilla?
A este fenómeno se le ha llamado “burnout” una palabra en inglés cuya traducción “Síndrome del quemado” o “Síndrome de desgaste profesional” alude a una categoría reconocida por la OMS como una enfermedad profesional.
En un mundo donde el trabajo influye tanto en:
- cómo nos vemos a nosotros mismos,
- cómo nos valoramos y
- cómo nos valoran los demás,
es imposible aislar este malestar y por tanto, toda nuestra vida se ve afectada.
El «burnout» no es únicamente el resultado de:
- largas jornadas laborales,
- de una presión constante para que obtener resultados o
- de un entorno laboral conflictivo,
La persona que se ve atrapada en una dinámica donde el agotamiento físico y emocional son permanentes ignora que esto es sólo la punta del iceberg,
El “burnout” expresa conflictos de nuestro mundo interno relacionados con:
- nuestra autoimagen
- nuestros deseos y
- el modo como nos vinculamos con las otras personas.
Conflictos que al no ser conscientes son los hilos que nos mueven como si fuéramos una marioneta.
Desde este enfoque, el trabajo es mucho más que una forma de ganarse la vida, es un escenario donde se juegan complejas relaciones de poder entre compañeros y entre jefes y en donde se producen auténticas “guerras” que generan gran malestar en todo el grupo. Es también el lugar donde se llenan vacíos emocionales o se busca alcanzar unos ideales personales desmedidos que pueden llevar al colapso propio o de los compañeros si se trata de un jefe que los impone.
El agotamiento no es simplemente una falta de energía; es una señal de que algo en nuestro mundo interno está en crisis, es una luz roja que se enciende y que nos dice:
¡Cuidado¡ tómate un tiempo para ver qué te está sucediendo”
Por eso, la psicoterapia puede ser un recurso esencial para enfrentar el «burnout«. A través de la exploración del inconsciente, el terapeuta ayuda al paciente a identificar los deseos reprimidos, los conflictos y las ideas no conscientes que pueden estar contribuyendo a este estado de desgaste. El espacio terapéutico permite que el individuo reconozca y elabore las tensiones entre sus deseos y las demandas externas, abriendo la posibilidad de cambiar su mirada sobre el trabajo y sobre sí mismo.
Este proceso no solo alivia los síntomas de agotamiento, sino que también permite al desarrollar una comprensión más profunda de sí y de quienes le rodean, logrando así una mejor gestión de sus recursos emocionales.
En conclusión, desde nuestra perspectiva el «burnout» es mucho más que una respuesta a la ansiedad que se pone en juego en relación al trabajo; es una manifestación de conflictos internos profundamente arraigados. La psicoterapia tal como la planteamos ofrece un camino para que la persona pueda explorar y resolver estos conflictos, promoviendo no solo la recuperación del bienestar emocional, sino también una transformación en la forma en que se relaciona con su trabajo y con otros aspectos de su vida.
Ilustración Brian Rea para The New York Times